La propuesta de un canalla by Stephanie Laurens

La propuesta de un canalla by Stephanie Laurens

autor:Stephanie Laurens [Laurens, Stephanie]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 1999-01-01T05:00:00+00:00


Capítulo 12

NUNCA en su vida había visto a tantos hombres juntos. Flick estaba frente a la ventana de su habitación observando el mar de humanidad masculina que atestaba el patio de la posada. Había acertado al pensar que los asistentes al combate tratarían de alojarse allí. La multitud bullía con la entrada incesante de hombres que provenían de la calle mientras otros se acercaban a las barras y regresaban con jarras y vasos de cerveza. El patio de The Angel era el lugar donde se debía estar.

Habían colocado por todo el patio lámparas de aceite cuya luz titilante era lo bastante intensa para que, desde su habitación, situada en la parte delantera del edificio, Flick pudiese ver todos los rostros con claridad. Había apagado las velas de su habitación antes de descorrer las cortinas. Por suerte, las ventanas estaban cubiertas de encaje y podía acercarse al cristal para mirar abajo sin arriesgarse a que alguien la viera.

El ruido era atronador. El murmullo de voces ascendía como una cacofonía de campanadas ensordecedoras que sonaban sin orden ni concierto. De vez en cuando se oía un estallido de risas, ora de un grupo, ora de otro. Desde donde estaba, contemplaba la escena como si fuera una especie de titiritera divina.

Llevaba observando el espectáculo cerca de una hora. Las barras de la posada eran un hervidero de actividad; había tenido suerte de que el personal hubiese encontrado tiempo para traerle la cena en una bandeja. Comió deprisa y luego la camarera volvió y se llevó la bandeja. Desde entonces, había estado vigilando a Bletchley, que se encontraba en mitad del patio: era una gruesa figura arropada por un viejo abrigo de paño y cuyo pañuelo rojo permitía distinguirlo de los demás hombres que, como él, llevaban un atuendo anodino. Lo anodino y lo elegante se mezclaban libremente: todos compartían un interés que trascendía los límites sociales. Bletchley estaba de pie, con las piernas separadas, bebiendo cerveza y asintiendo mientras los de su grupo exponían sus teorías.

Gillies también lo estaba vigilando. Bletchley había entrado en la posada dos veces y Gillies lo había seguido, escabullándose del grupo del que formaba parte para poder entrar. En ambas ocasiones, al regresar Bletchley, había vuelto a ocupar su posición, con una nueva pinta de cerveza en la mano.

Flick se movió y se cruzó de brazos. Estaba cansada de estar de pie, pero si se sentaba no podría ver el patio. Las discusiones de abajo eran cada vez más acaloradas, y en varios grupos vio que los hombres agitaban dinero en el aire. Había montones de caballeros, bien vestidos, con los rasgos aristocráticos característicos que denotaban riqueza y opulencia. Flick estudió algunos rostros que le parecieron especialmente duros y se preguntó si serían miembros de la organización. Tal vez se tratase de un grupo de nobles jóvenes, los más irresponsables y peligrosos de los caballeros de menor edad. Había oído rumores de apuestas increíbles; aquellos hombres bien podían ir necesitados de dinero y no parecían tener demasiados escrúpulos.



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